Mi tiempo y el tuyo frenaron en seco,
mi boca a tu boca sellada a fuego.
Piernas temblorosas ante ese eco
de tu voz en mi pecho y \"un hasta luego\".
Un \"hasta luego\", no \"adiós\" ni \"hasta nunca\":
para mi suerte, al día siguiente
volvió a ser mi piel de afiladas puntas,
volviste a besar mis labios dolientes.
Me salvaste de aquel oscuro infierno
que cegaba y eclipsaba mis pupilas
para llevarme hoy al sitio en que discierno
entre el mal y un alma pura y tranquila:
La felicidad.