Hoy le vi la cara al amor,
le vi su rostro lavado,
su pelo como de brisas hecho,
lenguas de colibríes,
labios de fuego sobre un
volcán en el centro del pecho,
su voz cantó para mí su maravilla
en una melodía suave y tranquila.
Y el amor me hablaba,
a mi dirigía sus cándidas palabras
como enhebrados hilos de terciopelo.
Su boca movía el viento
verbo por verbo con cada acento,
sacando de su sitio todo el desvelo
de andar pisando sobre su aliento.
Con sus manos me llamaba
hacia su cúspide de olores frescos
y de aguas interminables,
coloreadas como de azul y blanco,
como un pañuelo recién bordado
entre las nubes muy cerca del firmamento.
El amor me visito temprano,
con mis ojos recién nublados lo veía
y no sabía si era cierto.
Pero ahí estaba el amor
delante de mí con cada paso
con cada tiempo robado y devuelto
con todo su aroma y sin lamentos.