La vida te atrajo a mí
una noche en pleno abril,
tú tan joven y lozana
quiero llevarte al redil,
de conquistas sin sentido
y engullo cual flor sutil,
devorando cuerpo y vida
por sentirme juvenil.
Como si fuera un vampiro
te llevaré al feroz atril,
mataré tu candidez,
beberé de tu poncil,
intentando con un sorbo
limpiar mi angustia viril,
qué cada día me come
y me vuelvo un vil reptil,
en busca de una femina
a la que clave mi alfil,
con fuerza, con malicía
pues, soy como un alguacil,
y tú prisionera mía.
Tendrás la vida servil,
hasta que tu cuerpo pueda
y no explote cual barril,
en un charco de agrios vómitos
dañada por mi esmeril,
con el cual castigo duro
por ser tú, ya tan mojil.
La pureza me mal atrae
me quema, es muy febril,
y la debo consumir
o se apaga mi candil,
del hombre maduro malo.
Un beso y una flor.
Alfredo Daniel López.