Dime amiga Mariaelena:
¿Cómo hago para no sucumbir ante ella?
¿Cómo hago para no ver su sonrisa?
¿Cómo hago si pienso en ella de noche y de día?
Sus caricias han permeado toda mi piel.
¿Y sus besos?
¡Ah, sus besos!
¡Manjar de los dioses!
¡Libertad de esclavos y
cadenas que encierran!
¿Y su voz?
¡Qué voz Dios mío!
Trinar de madrugada que anuncian
la canción a los oídos de mi alma y
me cantan que ella viene.
¡Y ese su andar!
cadencioso, silencioso y su figura
que veo venir cuando se acerca y
mi cuerpo entero la quiere y
mi alma entera la anhela y mi corazón,
mi corazón se acelera
con cada uno de sus pasos.
Dime amiga Mariaelena:
¿Cómo hago para no sucumbir ante ella?
José Luis Agurto Zepeda
Managua, Nicaragua
11 de junio de 2015