Ya estoy en calma, ya mi día cabe en una tarde,
nítidas señales inclinan mis oídos entre dormidos...
es el bello sonido de una risa celeste,
es la risa, que como si al paladar fuera miel.
¡Qué extraño!
sucumbe sentidos, traspasa simpatía
y como que emigra el afecto invisible de una mirada.
Niña, la más hermosa
tu madre te pone en contentamiento
te toca con su tierna voz y te alcanza...
Acabada en ternura pura, eso eres,
delicadeza, eso tienes, mi bella niña
no pretendas calmarte por un segundo, sino ríe,
porque tus risas encuentran mi descanso inquejable
pues, con ellas coloreas como a poesía.