a Nicol Díaz
Y me acordé del fuego de tus ojos
y me quemé en la ceniza de tu lengua.
Aquella noche partí
y las palomas quedaron atrás
con el recuerdo de las naciones.
Fue mi regreso de palomas soles
y tu retorno del breve campo.
El fuego está ardiendo.
Es ese fuego el que doy al principio,
fuego de lunas sin tiempo,
de bosques sin memoria,
fuego tuyo y mío.
Es el humano caudaloso el que te ronda
alrededor parte del cielo.
Oh, leve dama, mi amada Brisa,
¿por qué te lleva de la mano tu nodriza?
Eres niña aún
y el mundo es joven.
Lo amarás como a ti misma.
Lo amarás y será una nueva vida.