Escúchame maldad, tu indiferencia
no podrá doblegar mi pensamiento
ni aunque añadas bondad al sentimiento
y justifiques de dolor su ausencia.
No has de conseguir pida clemencia
pues tal iniquidad y tal pericia
capaces son, tal llenas de malicia,
de al mal inocular malevolencia.
No tienes compasión, piedad no tienes,
eres perversa, malnacida e inmoral,
no tienes caridad, tú, flor del mal,
presa estás del capricho tus vaivenes
¿Mas que sería sin ti del pobre bien?
¿en dónde él colgaría sus laureles?
Si tu no estás, qué sirven oropeles,
en los rieles moriría bajo el tren.
El mal y el bien son dos hermanos
por antojo de azar mal avenidos;
pues que imposible es lograr sean amigos,
al menos que se cojan de las manos.
©donaciano bueno