Mire a mi niña de espina zarzales
Asid la rama de aquellos rosales,
Qué posaba uno de los humedales
Cubiertos de estacas impenetrables;
Con agua bañan los dos madrigales
Nacieron de duelo esos inmortales,
Compone rimas muy inigualables
Copia el opimo los más otoñales.
Hizo la beldad de verdes cristales
Reflejos de campo en letras loables,
Ritmo humedecido eternos manglares.
Cogí la herida de roja su sangre
Cura con llanto de forma apurase,
Venas abiertas azul su linaje.