Cual estrella vespertina
Que anuncia nueva alborada
Llegas alegre y calmada
Iluminando mi vida.
Tu figura deseada
Hace nacer la ilusión
De que has sido conformada
Por un hábil tallador.
Rondando por las esquinas
De mi mente te paseas,
Mientras tu cuerpo meneas
ondulante, y me fascinas.
Roza tu aliento de fresa
La cima de mis antojos;
Ruedan por tus labios rojos,
Néctares, que me embelesan.
Me extiendes tu hermosa mano,
La acaricio con la mía,
El alma loca te ansía,
¡ Quiero ser tu soberano!
Me inclino ante tu hermosura,
Oculto mis sentimientos,
Para llegado el momento
Deshacer mis armaduras.
Pero llega la razón
Que abre un profunda herida
En mi infeliz corazón:
¡Eres fruta prohibida!