Ese “Te quiero” me supo a beso,
me supo a tu corazón dentro del mío
con tu latir de sueños inundando
en mi alma ciertos rincones dormidos,
me supo a primavera con sus flores
recién abiertas a la vida y a la luz del Sol.
Supe entonces cuanto ya de ti me navega
por mis venas, por mis nervios,
acumulándose despacio y dulcemente
aligerando el peso de mi soledad,
preparando el día del encuentro,
el día del beso, el día del abrazo,
el día del amor.
Ese día se acerca,
como la blanda nube se acerca
a la ruda montaña para acariciar
con su humedad sus laderas filosas.
Así te acercarás un día que se acerca,
un día que será el despertar
perdido entre sombras de malezas,
el descubrir la flor, la madre de la flor,
el agua pura para mi garganta seca
que se ha de despertar para en poemas
recitarte la vida que por andar nos queda.