Donaciano Bueno

Yo llamé a la puerta del mundo

Yo llamé a la puerta del mundo. Fue una tarde

de un mes de junio. Cuando al sol salen los viejos,

de sus madrigueras se escapan los conejos

y el monte en todo su esplendor está que arde.

 

Fue un aldabonazo, estertor, una llamada

y a continuación ahí me vi, duró un segundo,

asido por los pies, de rojo, furibundo,

de azote tras azote y palmada tras palmada.

 

He de decir que lo sentí, que no vi nada,

pero creánme si digo que aún recuerdo

mi verguenza al verme desnudo como un cerdo

predispuesto para adherirme a la manada.

 

Después ya, que el susto paso, llegó la fiesta,

había que conmemorar bien mi llegada.

De lo que mas tarde ocurrió no entiendo nada,

hoy sólo consigo gozar ya de la siesta.

 

©donaciano bueno