Seis años han pasado,
para mí ese día desdichado fue ayer,
en el que ya no te volvería a ver.
Te acompañe en ese último viaje,
donde la fría lapida nos separo,
y quedo grabada esa imagen,
en mi profunda aflicción,
tu nombre cincelado y la imagen del señor.
Hoy con el paso de los años,
te quise visitar y al llegar a tu morada mi alma rompió a llorar,
mis ojos se nublarón, en un mar de sal,
el dolor sigue latente no lo puedo sortear.
Y en silencio de mi dolor, te comencé hablar,
de lo mucho que te extrañaba y como me sentía yo,
y en una ráfaga de aire creí oír tu voz,
vi una mariposa blanca, volando a mi alrededor,
sentí entonces tu alma acariciar mi corazón
y dejaste consuelo y tu paz en mi interior.