LUCIO ROBERTO RAMÍREZ GONZÁLEZ

MI ALMA SEGUIRÁ ESCRIBIENDO

Ay! mis muy queridos Maestros,
¿Cuánto dolor alberga el alma?,
Reclamo como mi derecho
quemarme con miles de rayos,
aquellos que queman despojos,
aquellos que queman las penas,
quiero calentar a mis cuerpos,
quiero calentar a mis vahos,
calentar todos mis enfados,
calentar todos mis enojos.

 

Quiero que mil inviernos fríos,
me congelen hasta los huesos,
este corazón quede frío,
cuando yo me vaya muy lejos,
a otro lado fuera del mundo,
de esta tierra toda redonda,
quiero que nadie me responda,
quiero el más celebre silencio,
quiero sólo una eterna noche,
tan oscura como alma de hombre.

 

Si, eso quiero, busco y no encuentro,
la larga noche interminable,
permanente como las penas,
eterna como la tristeza,
cerrar los ojos, huir del mundo,
del feo mundo incomprensible,
Ay! mis muy queridos Maestros,
¿Cuánto dolor alberga el alma?,
ya dejar de ver lo que veo,
basta de sentir lo que siento.

 

Rueguen, a su Dios, mis Maestros,
no trate a los hombres tan duro,
busque en su caja del olvido,
escriba algún poema nuevo,
recite al humano otro viento,
sin panes secos, mucho vino,
quite la violencia del alma,
que se yo Maestros, reciten,
mejor que yo, por otro aliento,
otro canto que el hombre sienta.

 

Si no que, Él, me deje partir,
sin llantos y sin muchas velas,
un sólo cirio que se prenda,
que se derrame hasta el olvido,
mi cadáver siga muriendo,
sin gritos, desgarros o penas,
que nadie clame por mi vida,
¿Para qué continuar cantando?
si mi canto es un canto en vano,
que no cambiará el alma ajena.

 

Quiero entonces a mi alma quieta,
sin un Dios que me envíe al cielo,
o diablo me lleve al infierno,
suficiente es con esta tierra,
con sus guerras y con sus muertos,
sus políticos, sus mentiras.
ESPEREN, algo si no quiero,
RUEGO, NO SE APAGUEN MIS LETRAS,
quiero continuar escribiendo
en donde sea que me encuentre.