ADOLFO CESAR MARCELLO

Mi Dama Blanca...

 

 

 

Había una vez una Dama Blanca

 

que me embelesaba

 

con su vestido de seda

 

y pulseras de filigrana.

 

Tenía sonrisa de estrella,

 

atemorizaba las sombras

 

cuando sonreía

 

y a la vez

 

sus ojos se convertían

 

en dos aves,

 

que graciosamente

 

volaban y se perdían

 

con los átomos azules

 

del firmamento.

 

Su sensual cuerpo

 

olía a jazmín

 

y a delicado pimpollo

 

de rosa carmín.

 

Su lenguaje era señorial

 

y moderado,

 

me había enamorado,

 

no de una mujer etérea

 

sino corpórea, bien real.

 

Nunca fue un cuento,

 

pero ella era una princesa

 

en mi castillo de viento...

 

 

 

 

 

Adolfo César (NAZARENO)