Huele por la estuosa muerta
detrás de la ájida vida
con trapecios.
Florece al débil y fuerte
en una piedra fingida
de los necios.
Vienen látigos bordados
de inmanimos mausoleos
encantados.
Hieren hondos mis costados
con tiempos de fariseos
encarnados.
Habla de muerte mortal
escupe la sangre roja
que murmura.
Cuaja la arteria final
que tu sepultura moja
con locura.
Tuétanos y coyunturas,
de renegadas arterias
nos vestimos;
triste como las negruras
que entre nüestras miserias
nos morimos.
Crepúsculo de armonía,
alvéolo fugitivo
moribundo.
Rubor de furioso espía
hasta cavilando vivo
dejó el mundo.
¡Niños! idos de una vez
de los terrenos de Hades
poderoso.
¡Ya! marcháos del revés
y de sus propias edades
del caloso.
Derechos reservados de autor
David John Morales Arriola