Anoche, me sentía intranquilo, pensando en un amor del que nunca nada olvido,
Al ver, ya estaba frente a la puerta, la abrí, y me fui calle abajo, sin tener un rumbo fijo;
Mientras caminaba, mi mente cavilaba recreando lo perdido, Si aquel amor, que fue grande conmigo.
Comenzó a llover, y para mi las gotas, eran bendición hechas Rocío,
Y nada me detuvo, seguí camino abajo, con mi frente en alto;
Me sentí soldado que con fusil en sus manos,
Siii, sigue de frente con su valor y corazón latiente , sin importarle el destino.
A lo lejos, y bajo el brillo que da la lluvia, noté una cruces,
Y antes de estar más cerca, me arrodillé en el camino;
Le di gracias a Dios, porque sé que soy su hijo,
Y Él, conmigo caminaba yo sentía su suspiro.
Al estar más cerca, entendí lo que veía, era un frío cementerio,
Entré sin miedo, y me acosté sobre una tumba;
\" Que silencio me dije\" estos si que son amigos míos,
Me quedé dormido se lo juro, y allí me sentí tranquilo.
De pronto de una tumba, era ya la madrugada , salió una paloma blanca,
Yo dude si allí tendría su nido, y no quise averiguarlo;
Solo pensé , que tal vez era el alma de otro ser, de una mujer,
Que al verme allí, salió en busca de un amor,
Y al verme, pensó que yo, sería su preferido.
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José Miguel ( chemiguel) Pérez Amézquita .