Sin excusa ni justificación se ha puesto el sol.
La luz se ha ido sin dar explicaciones.
Me clavo las espinas y voy tropezando con las paredes.
¡Que pronto se hizo tarde!
Todo, patrones y arquetipos.
El anochecer trajo una sensación de vacío.
Como el dolor a la herida, así llegó.
No me quedan camisas en el armario.
Ni agua en la aljibe.
Ni un solo despertar.
Una expectativa espesa se burla y me dice.
-¿Y ahora qué?
¿Qué de qué? Inequívocamente: qué de nada.
Viento de Levante