Caminaba desde las cejas hasta el centro de mi frente movediza
Atraído por un olor punzante y algo suicida, sólo hundirme ¿qué puedo hacer?
Más que hundirme en las profundidades de la piel movediza y arrugada por el tabaco
¿Qué más puedo hacer si no es hundirme?
¿Sabían que debajo de tu frente se encontraba un mundo gelatinoso?
Hay gente parada, qué digo parada, enloquecida, gritando
En el hipocampo de sus capacidades descerebradas.
Los ojos tienen cables, son sus televisores, cuantos espionajes
Les hicieron a esas hormonas. Cuanto me podrían contar luego de esos tragos.
En las amígdalas. No, no esas que te sacan para que hables como el padrino.
Esas donde las personillas se dan golpes contra el suelo gritando desesperadas
El nombre de mujeres, sin ningún sentido, gritando e insultando.
Aparentemente no les agrado del todo, pues, me miraban con los ojos
Abiertos de ceja a ojera, de frente a mentón, así de abiertos los desenamorados
Me miraban implorando a quizás quien que me mataran.
Los hombres de negro llegaron como en periodo Allendista,
Con sus caras de mal paridos, de meses sin sexo ni siquiera del oral
Y para no discriminar gustos ni siquiera del anal. Esos hombres de negro.
Hablan con platillos gigantemente orientales, desde el lado derecho de la corteza
Empiezan hacer ruido, como si dispararan un arma a quemar ropa, sudando.
Yo me desvanezco y caigo a una laguna mental que tiene como letrero
“salida de emergencia”.
Sí, de mi cerebro fui arrebatado a las lagunas de los sueños olvidados,
No era una sirena, era un pez hermoso que me jalo a una bañera
Para poder destapar el tapón, para que se fuera esa agua con olor a escape,
Y junto a ella mi entorpecido cuerpo, mi cuerpo de no sé qué
¿Qué más puedo hacer si no es hundirme?
De la superficie viscosa de un planeta, galaxia desnutrida,
A las lagunas donde habita el místico pez hermoso
Me han transportado a un tren bala que más parece un ascensor
De un viejo edificio, que salta, baja, se retuerce, se clisa, se corrompe,
Toma las decisiones, baja por la columna, vertebra por vertebra,
Avanzando dimensiones, avanzando quizás que salto espacio tiempo,
Cual fuera agujero negro o un puto planemo, quién fuera yo y no vos,
Dónde me llevara este ascensor con problemas de personalidad vertebraica,
Porque no me asusto, me sorprendo, si cada vertebra se hollé una explosión
Con sabor a fuera de aquí maldito intruso
Creo que los platillazos de los hombres de negro mal paridos hicieron su función
Estoy cayendo en la locura de seguir andando sin mi cordura.
¡Sigo cayendo!
...
Y… sigo cayendo, sin más.
Por fin paramos de caer, mi mente en blanco se vuelve,
Mi mente en negro se desvanece, mi mente en rojo
Se transparenta, el exceso de rojo sangre cutre norte capitalista
Se transparenta en el lado izquierdo de mi pecho, debajo o entre, quizás es más debajo.
Ahí un corazón con las paredes gruesas por el tabaco, impactos cardiacos
Como tuberías industriales, se ve como ese líquido rojizo
Avanza por debajo de las calles de mis pieles de asfalto,
Se ve como de aorta más se acorta y de cava más se acaba,
Caigo rendido a los pies de tal magnífica obra de arte que ha esculpido
La vida irresponsable. Un museo de lo inexorable.
¿Qué más puedo hacer si no es hundirme?
Me abofetea la puerta, de quizás donde salió esa puerta,
Entro porque estoy todo embarrado en sangre y fluidos
Que nunca más quiero que me presenten ¿cómo pueden salir de mí?
Y vos que haces aquí, sentada como si fuera tu casa,
Ya que estas aquí déjame hundirme en ti
Que hoy es el día de hundirse
¿Qué más podemos hacer si no es hundirnos en el amor?