Lejos, desde muy lejos una onda de armonía
se detiene en el tiempo. Quizá sea un anciano
que al escuchar doliente reclama la alegría
de aquellos dulces días y tardes de verano.
Ha tiempo si recuerda la juventud perdida
la juventud que añora por ese olor a rosas,
aquellas escapadas las cuales nunca olvida
pues tienen la fragancia de flores olorosas.
Y como un eco antiguo que devolviera estampas
donde anciano y recuerdos abren su amor en pampas
o en turbios remolinos de ilusiones seniles,
el anciano suspira, crea otra vez su historia
y una quimera agita su canosa memoria
y ve pasar la sombra de ruinosos abriles…
Marcos Hernández S.