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No son nubes grises las que veo yo en el cielo,
son mis ojos que se han tornado hoguera y ceniza,
desde que ha caído un frío y tenebroso hielo,
porque con tu fuego ardiente sólo quedó atiza,
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y se fue lo fogoso de amar bajo la sombras,
quedó un incontenible deseo de lágrimas,
de esas que dejan un sabor agrio en la boca,
porque estás y no estás, mi amor, y eso equivoca,
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regálame una sonrisa que pegue en mi cara,
y deje una huella más, incontrolable en mi vida,
y como el cielo alumbró en flas y con gran lampos,
y es que en grande se avecina sin calma en ampos,
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y las nubes grises dejan la lluvia en rebojos,
las lágrimas fuertes que derraman mis ojos,
porque tu estás y no estás, mi amor, y enloqueces,
con pérdida de tener lo que en verdad mereces.
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