Sentado, con su frente entre las rodillas,
rodeado de cuatro frías esquinas,
sólo, entre sus pesadillas,
se encuentra el prisionero, entre mil espinas.
El sol ha dejado de brillar en el horizonte,
(aunque su resplandor, es el mismo),
pero es tan profundo aquel abismo,
que no se oye la voz del compañerismo.
Un error, error fatal,
y el mundo entero parece desplomarse,
y aunque no quiera acobardarse,
viene el miedo, el primer mal.
Todos los derechos, que la libertad otorga,
al llegar allí, se desvanecen,
y los mas crudos abusos aparecen,
y sus pies los llevará en alborga.
Las lágrimas serán sus compañeras,
entre el silencio de las cuatro esquinas,
es una pesadilla entre mil espinas,
donde las piedras son las cabeceras.
Prisión y prisionero se hacen uno,
al alejarse forzado de la gente,
al dolor del prisionero, hoy me uno,
y por medio este escrito, estoy presente.
Mientras existan las puertas de la reja,
quiere decir que pueden ser abiertas,
sí, pues, la esperanza no se deja,
de esa pesadilla, un día despiertas.
Y la vida seguirá por su camino,
como un río sigue su sendero;
lo que quiero decirte prisionero,
que algún día saldrá a flote, el submarino.
Autor:Bernardo Arzate.