Cuando el dolor
rueda por el asfalto
lleno de sombras y de gritos,
me obliga a cerrar los ojos
antes del amanecer,
intento morirme viviendo,
poco a poco me quedo quieto
hasta que me duermo.
Los gritos se confunden con dolor
la luz se confunde
con cuchillos afilados,
los sonidos son susurros
en silencio, las palabras
hay que pensarlas
para que puedan salir.
Mi cabeza estalla de agonía
cuando siento que poco a poco,
muy poco a poco, se me pierde el alma
y se transforma en melodía
ensangrentada.
Cuando todo esto pasa
el cielo se pierde conmigo,
en el sentir de la soledad,
de los besos rotos,
de los largos deseos perdidos…
en el sentir de los sentimientos
desordenados,
de miradas que no ven nada,
de migrañas del corazón maltrecho…
Se pierde en los cristales rotos,
en las canciones cantadas con pena…
y en el sentir del qué más da,
cuando las ternuras son pasajeras…