De usted guardaré sus fértiles aromas
que tanto me alimentaron el deseo
cada vez que me acercaba levemente a su sudor.
También me reservo su sonrisa.
Quedará entre mis bienes más frecuentados por el recuerdo
porque no me permito alejarme de lo placentero.
El timbre de su voz, eufonía suma, será desde hoy mi alucinógeno nocturno
que me ponga en armonía final con mi sueño.
Y su mirada me queda prohibida…
No me la deje topar de nuevo,
Pues no respondo por mis impulsos sobre su piel