John morales

¡Macchu Picchu, Oh grandeza!

 

Macchu Picchu, es eterna tu grandeza

junto a tus aguas límpias y sentadas

sobre tus siglos nuevos de proeza

te hicieron los artístas mil aguadas.

 

Hoy volví y te miré cientos de veces

y al pasar casi muerto por tu lado

he sentido: tus incas, tus reveses

doblando entre las piedras tu pasado

 

Macchu Picchu, dos veces te lloré

cercano al Inti Punko, florecido

en roca sideral que tanto amé,

 

tanto fue, que tus cerros se han mecido

telúricos y granas por la sangre

labriega quechua de pacto vivido.

 

 II

 

Macchu Picchu, tan sólo pienso en ti,

en tus manos clavadas y en tu cruz

y me dicen que alguien ¡Ay! murió aquí

forjando con su muerte ases de luz.

 

Oh Macchu Picchu, ahora entre tus gestos

me escondo; en tu peñasco tan labrado

miro solemnemente vuestros restos

que de un grito la piedra han desgarrado.

 

Oh Macchu Picchu, donde el cóndor pasa

volando a los santuarios y rüinas 

en tiempos milenarios de una raza.

 

Macchu Picchu, cusqueña columnata

de bloques siderales comprimidos

entre pasos de antigua caminata.

  

 III

 

Allá, lejano se desgarra un grito

y aunque fuisteis esclavos fuisteis libres:

en tu honda y en tu piedra de granito,

y entre tu amanecer espero vibres.

 

Auquénido, en telúrico visaje

lamiendo mineral roca sagrada

que en tus actos esconden el paraje

donde moriste a filo de una espada.

 

Oh Macchu Picchu, eterno es el camino

que lleva hacia tus ansias siderales

donde se aja violento el río andino

 

que corre taciturno en tus quebrantos,

juntando a mil estelas los vïentos

reposados entre tus dioses santos.

 

 

Derechos reservado de autor

David John Morales Arriola