Alma,
tu boca se hace luz en mi boca.
Tu sonrisa se parece a un territorio que late,
surcados por navíos de madera.
Suena el vello suave de tus brazos
como una canción voladora,
y tus audaces deseos no son más que plegarias,
Por tus pasos camina aquella tarde en que recorrimos
el oriente,
recogiendo azucenas para trazar el dibujo de tu lengua amada.
Alma.
Y acaso por buscarte demasiado
busco necesidad en el olvido.
G.C.
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