La noche me envuelve
en un universo de silencio.
Nadie habla, nadie ríe
la luna está apagada.
Sólo suenan las estrellas
en el horizonte
cuando golpean las olas
la orilla del mar de mi melancolía,
y vienen querubines a ayudarme
a escribir estos versos para ti.
Te busco entre las páginas
del libro de García Márquez
que me estoy leyendo.
El calor de mi cuerpo`
se confunde con el destello
de una estrella fugaz
que pasa iluminando mi vida.
Me levanto de la cama vacía
y bebo un poco de vino tinto,
abro la ventana y el viento me habla,
trae sonidos lejanos de amores nocturnos
y los graba en las ramas
perdidas de los árboles
tan insomnes como yo.
Les invito un tinto
para que me den conversación
y para que no se apaguen sus voces
cada noche abriré la ventana evitando
que vuelva la soledad y el silencio.
Por la mañana al primer rayo de sol
el amor vuelve a estar presente,
aunque no te vea en mis ojos,
te veo en el reflejo del mar
y en la ternura de la mañana
porque Dios me brindo un nuevo día
para amarte así.