Al jilguero que todas las mañanas
me despierta al nacer un nuevo día
y que inunda la estancia de alegría,
a través del dintel de mis ventanas.
Ese mismo que al oido me susurra,
que me anima a iniciar otra jornada,
que me invita a cantarle una balada
y que al final me vocea un ¡hurra, hurra!
Ese angel que es mi amante, que es mi amiga,
que me dice me quiere a cada instante
que me incita a soltar una sonrisa,
el mismo que en su sábana me abriga.
Tan puro es, tan hermoso este diamante,
que guardo, bien guardado, en mi repisa.
©donaciano bueno