En las sombras de mi bosque
dentro de mi gran suspiro,
y en el bosque de mi alma,
tengo un tesoro escondido,
también tengo una cabaña.
para mi musa de lirio,
para las sombras que vagan,
y los perfumes que viven
por las sendas solitarias.
El silencio se apodera
de todas las circunstancias,
para que el bosque sea puro
en su majestad callada.
aquí vivo con mi trina
la más bella de las hadas,
a la que tato yo la quiero,
porque me muero de ansias,
para besarla en mis brazos
con todas las esperanzas,
como estrella de mis lunas,
mascarón de mis fragatas.
La rosa roja del viento,
la estrella de la mañana,
pergamino de mi espíritu
y el arca de mi alianza.
El manuscrito del día,
todas las luces de alba,
archivo de los misterios
y las más tristes nostalgias,
para construir un reino
dentro de nuestra cabaña,
donde reinará la gloria
entre las dos lindas alma,
para ser siempre felices
en la selva inmaculada.
Virgen como una sirena
que vive en la mar salada,
pero mi musa es del bosque
la que mora en mi cabaña,
por las noches pues se asoma
de su alcoba a su ventana,
para respirar perfumes
y platicar con las hadas.
Su mancebo pues la mira
como su musa se ensancha,
con sus princesas del bosque
y ya cierra la ventana,
y se acuesta en su lecho,
toda de sedas su cama,
y el mancebo ya la mira
y con ternura la abraza,
y le pega media vuelta
sobre su pubis que inflama,
el bracito del mancebo
listo para la cañada
y la zagalita espera,
tendida sobre su cama,
pues al verla su mancebo,
ya la coge y ya la abraza.
Y se ponen a bailar
la más dulce de las danzas,
y asi toditas las noches
en esa hermosa cabaña.
Baila el mancebo y su musa
la sublime de las danzas,
desde la puesta del sol
hasta venir la alborada.