Volando
surcaba los mares para llegar hasta ti.
Con ahínco husmeaba las profundidades
para encontrar el susurro de tu vida
y tus verdades,
día y noche sin descansar,
anhelando posarme en ti.
Eres tú,
el bálsamo perfecto de mis reveses,
la traducción correcta de mis acepciones
y la sonrisa dulce en mis momentos de tristeza;
tierra virgen, labrada en tiempos de siembra,
abonada de entusiasmo
y de quimeras
donde crece lo inconcebible, sin dudas ni penumbra.
Eres mi destino,
así, el barco que navega en altamar,
así, el águila buscando su remanso de paz.
Eres, mujer de mis preferencias y mis amores,
lo sagrado que da fuerza a mis temores
y en galopante paso,
cubre mis heridas y mis dolores...