Un inmenso frio recorre las entrañas de un ser que padece,
las nubes grises cobijan la tarde melancólica,
que condena y cobra el historial amargo del esclavo atonito,
antes actúo a drede ,hoy pagara con creces.
Los espejos que han mostrado el augurio del alma,
no habrán de reflejar el porvenir hermoso,
y a sabiduría y conciencia del final en calma,
siente esa dicha felicidad y gozo.
Las heridas no se curan, hieren y se incuban,
lo dirigen con esmero a una paz infinita
cultivando esperanzas para amortiguar la caida,
estimulando los desdenes que ni la opera detiene,
diseñando aquel trono, para un lluvioso viernes.