He aprendido de ti amor cuando tú no estas.
He vivido sin temor, he viajado en navíos que cruzan las dunas de las arenas del tiempo, y he aprendiendo que sin dolor vivir es insignificante, ya que en el naufragio existen sobrevivientes sentires del corazón.
Nada es para siempre más que los recuerdos, añoranzas van y avanzan como el depredador de la nostalgia hambriento de lo ya vivido.
Sólo sé que vivir es el acto más divino que nos puede pasar, y ve me aquí, de pie ante toda adversidad.
Jamás he de rendirme, jamás seré parte del olvido en tu pleno existir; porque de amor nadie muere, y seguimos existiendo de diferente manera; porque la vida siempre es un constante cambio, y seguro siempre encontramos nuevos horizontes con sus nuevas dichas y vivencias.
Amor, amor de ayeres y quereres que endulzan la existencia por los instantes que se comparten en las dádivas de amar que se goza, casi perfectos hasta que se acaba.
A quien más puedo escribir sino es a ti, divino amor, divino ocaso de bendición.
Estés donde estés, ausente amor.
Marc Téllez González.