Naturaleza confundida...
Como el amor que muchas veces se confunde
tal vez con la pasión improcedente que abraza
y transporta a espacios inmisericordes
que no tienen piedad,
por el sentimiento que implora;
y nacido por la magia de lo ignoto.
También la naturaleza se pierde en los tiempos
porque a veces es verano, quema el sol y cae escarcha.
Esa que hiela el alma por ausencias de besos,
de lluvia de ternura,
de amaneceres que se realzarían con mimos
y el goce de sentir la sangre palpitando.
Algunas veces otras flores deslumbran,
en paisajes de belleza inimaginable,
que pintan de colores la primavera que estalla,
y entonces el alma goza.
Pero se confunde,
pues se da cuenta que están las otras...y sufre.
Por momentos esa confusión se descifra
al darse cuenta que es otoño,
y que las hojas se desprenden y caen,
apretujándose, amoldándose, al creerse pimpollos.
Confundidas, por los traspiés de la naturaleza,
actúan como el amor que ha atrapado al corazón,
y van extraviadas como los sueños inconfesables,
cuando no se logra disimular,
lo que se siente.
Y llegan más desvaríos con el invierno,
que miente tibieza envolviendo memorias,
en una manta suave para que no le impugnen,
los deseos.
¡Que no regrese más la nieve!
Esa que quiere robar ilusiones con sus copos helados
calcinando las hojas de la propia historia.
¡Si ya se las llevó el otoño!
¡Que vuelva el amor sin confusiones!
¡Que no se confunda más natura!
Es invierno, realmente es invierno.
Hace frío, hiela el céfiro,
pero en el interior del alma se enciende la llama,
la que da cobijo, la que ama intensamente
la del amor verdadero...
Ana María Di Bert
24/06/2015