Marce lino pan y vino

SOLEDAD

 

Soledad,

tu que todo te olvidas,

y no te gusta Compañía,

déjame solo Soledad,

prefiero que el sol ilumine la luz del día,

que estar en tus sombras Soledad.

No me llames más,

ni me busques ningún día,

prefiero estar solo que estar en tu Compañía.

Que ironía Soledad,

yo que pido estar solo

y no quiero la soledad.

Una cosa es estar solo y otra en soledad,

mejor solo que mal acompañado,

aunque sea por Soledad.

En mi infancia,

aún era muy niño,

me perseguía Soledad,

estaba en la casa de mi abuela

y ella se iba a trabajar,

subía a la montaña a buscar leña

y escuchaba la soledad en cada rama,

en la brisa y en el frio,

no encontraba Compañía,

la poquita que había se iba con el Frio que venía.

Veía a la Inmensidad

y el Silencio con unos pocos Silbidos

que eran muy amigos de Soledad,

y salía corriendo para huir de la soledad,

y encontraba solo el Ruido como compañía,

ruido de mis pies descalzos por las veredas del campo.

Por eso un día encontré un Amigo,

con él hablaba

y decía todas las cosas que me pasaban,

ese si era mi amigo,

no me reprochaba ni me golpeaba,

pero escucha su Voz,

era tan singular que no se podía comparar,

así derroté a Soledad.

No era como en la escuela,

Y cuando había clases,

todo empezaba no me gustaba,

no tenía amigos,

y los que dominaban la manada

me querían someter,

tenía miedo de ellos,

siempre tenían Compañía

e yo para que no me alcanzaran solo corría.

Por eso no me gusta de Soledad,

porque esa no me ayudaba,

mi amigo me decía que corriera sin parar

hasta conseguir Alegría.

Pero esa alegría no era muy fuerte,

solo por un momento me acompañaba,

al rato estaba de nuevo en soledad.

Y salía de nuevo a correr,

huir de nuevo de Soledad

y solo terminaba cuando me caía,

nadie me alcanzaba,

era muy veloz,

e hice de la Velocidad mi dulce compañía.

Un día en el campo de nuevo,

perseguido por el Silbido del viento,

por el Silencio infinito,

y por supuesto por Soledad,

salí corriendo

cuando tropecé con una piedra

conseguí a otro que aún no lo descubría,

se escuchaba pero no lo veía,

era el Eco,

ahora alguien me respondía.

Fue cuando conocí que el Dolor,

ese me ayudó a expulsar a Soledad,

lloraba por lo que sentía,

pero no era triste por falta de Compañía.

Fui creciendo

y fui descubriendo,

que para combatir a Soledad

solo falta tener a Compañía.