Atalaya...
que se despeña silente
en campos...
de trigo y grana,
la polvorienta orilla
de nuestro padre Tajo
se desnuda
muy silenciosamente
entre campos
heridos...
de melancólica
llama.
Toledo...
la de las mil puertas,
la de las mil llaves
descuidadas...
en herido gineceo
de dorado cuño
zaherido
en sus heridas,
silenciosamente
se deslaza...
en una míriada
de espléndidos
silencios
deslucidos breves,
de nobleza
acompañada.
Entre el puente
de Alcántara...
y el Baño de la Cava,
todo un universo...
de éspeculos ovales
en sus espléndidas
aguas
se derrama,
y en las tristes
y procelosas tardes
se acaudilla...
un enardecido mundo
de ennoblecida cera,
herida...
de angustia y danza.
Toledo...
la imperial ciudad,
relame sus heridas
en el fuego
de la historia,
a la par...
que una míriada
de estrellas
se despeñan,
y melancólicamente
caen
arrodilladas...
en el atrio del olvido.
Toledo...
ciudad imperial
herida en sus heridas,
se diluye vana
en la tarde
dulcemente enamorada,
entre melancólicos
campos de Castilla...
y compungidas
estrellas
descuidadas
melancólicamente
deslizadas
muy tímidamente,
en sarcófagos
ennoblecidos...
de triste plata
anacarada.
AUTOR: JOSÉ ANTONIO PANIAGUA MARTÍNEZ