¡Basta! Susurros cuyo origen imperceptible me atormentan
abarrotan mi mente por doquier
El sentir de mis pasos extrañamente ligeros están,
van al compás del ondear de lo que usó para su omelet esta noche.
Un cuchillo.
El pestillo fuera está
es como si quisiera morir, en esta noche
que dará placer a los susurros exhortantes,
ahora silentes.
Extraños mantos lo cubren
simulando otroras cámaras mortuorias
haciendo difícil esta empresa.
Su cubrecama.
Es casi un placer sexual,
quiso morir a la sexta puñalada,
con los dientes rotos por gritar,
y, absortos sus ojos me dicen, con la impresión de ver
a su verdugo.
Su hijo.
Solo espero ser yo soñando ser asesino
Y no un asesino siendo yo.