Black Lyon

El monstruo que le cantaba al amanecer.

\"Dentro de cada ser humano, existe un potencial que, motivado por la voluntad,
doblega cualquier tiniebla.\"

 


Una vez más, encarcelado como por hechizo fortuito, desperté.
En la misma cárcel de siempre. Mi propio cuerpo.

 

 

Todo aquello visto por los moradores de ésta tierra, no es más
que un abominable ser, tratando de ser humano. De todo lisonjero
y escarmentoso profáno me he visto mancillado. Pues, no comprenden,
aquello, que no está dentro en sus parámetros. Y lo mejor que se
les ocurre, es excluirlo al destierro. ¡Peor es el encierro, estando libre!

 

 

Lisonjeadores, ¡cómo los detesto! Han deseado ayudarme por lástima.
Los que me aborrecen, al menos, de aquellos admiro la sinceridad.
No evito la ayuda, ¿Ayuda? ¿¡Ayuda de qué!? ¿Cómo pueden ayudar
a quién repudian? Quién fuera como las rocas, mudas,
ensímismadas, y con tanto para contar. Pero, no dejan de ser
peñazcos que, estorban el camino del hombre.

 

 

¡Nadie comprenderá jamás lo que significa ser yo!
Mucho menos el dolor. Dolor a la indiferencia y
dolor al desprecio dirécto.

 


En la piedra más alta, cuál gárgola en la montaña;
se escuchó el canto de aquél ser.

 

Canto I

 


¡Aquí vienes de nuevo bello amanecer!
Con tus rayos cálidos y sútiles,
cual caricia del viento,
eres el preludio de mi agonía.

El reloj sin manecillas,
que un nuevo día comienza.
Jornadas de portentosos,
momentos de tristeza.

 

Canto II

 

 

¡Qué más quiciera!
Que los rayos del alba,
fueran eternos,
que yo también resplandeciera,
en mente y cuerpo.
Pues constricta está mi alma.

¡Pues nadie! ¡Absolutamente nadie!
Comprende mi dolor, un dolor...
fúgaz para Dios.
Eónico para mí.

¡Cúantas veces te he cantado, al borde gritando!
Con mis ojos como desembocadura de ríos.
Lágrimas de arrepentimiento, como
de niño recién nacido, ó ladrón
completamente redimido.

 

Corus

 

 

¿¡A quién has de llevar éste plañir, oh viento solano!?
¿¡Quién vendrá del cielo!?
He esperado, una caricia de Dios,
la mano de un ser alado.

Pero la tristeza me derrumba, cúal pilar
griego, por los terremotos y relámpagos de
mi atormentada mente. Delirios, fatigas,
injustas penas. ¿¡Qué de bueno habrá en el día!?

Sí mis lágrimas fueran diamantes,
tal vez más interés en mí tendrían.
Solo agachan la cabeza,
me analizan como animal,
olvidando que dentro de todo,
es a un ser humano a quién amedrentan.

 

Canto III

 

 

¡Cómo loco a ti te canto como el gallo al amanecer!
Eres quién me despierta.
Brilla en mi rostro, oh poderoso Helios,
así como conviertes los capullos en flores,
convierte mi mente, en un hogar sin temores.

¿Debo aguardar todos las noches en vela,
solo para verte y esperar el siguiente
plenilunio para llorar eternamente?


¡No duermo! ¡No hay descanso!
¡No tengo las fuerzas para comer!
¡Muero lentamente, sin saber el \"¿por qué?\"!
¡Que los videntes sean como ciegos!
Solo ellos ven la pureza del alma.
¡Que los robustos varones y frágiles damas,
sean como larva que se arrastra, como aquellos
desmembrados!
Solo ellos saben lo que es traer las rodillas
ensangrentadas.
¡Que su salud se vea mitigada!
Pues solo perdida, la ven valorada.

 

Canto IV

 

 

¿A caso soy yo uno de éstos y por eso merezco,
todo lo que estoy sufriendo?

\"¿Qué es el hombre para que te fijes en él?\"*

Solo tengo mi voluntad.


¡Voluntad! Es lo que me ha quedado.
Esperanza a la desesperanza.
Amor al dolor.
Sin premura, a pesar de todo...
¡No me voy a derrumbar!
Y no me derrumbaré, por qué una misión tengo.
Mi carga es más grande, mi sacrificio también,
por lo tanto, Dios me ha dado mucho más que
ofrecer.

Llevo años plañiendo, pues temor he tenido a mí mismo.
A los demás. Anhelando la muerta y al mismo tiempo,
esquivándola. ¡Qué los demonios que me atormentan sean,
como tamo! Fortaleza he forjado en éstos años.
¡Es hora! Incluso herido terminaré la carrera de la vida,
la universidad de la vida, educa individualmente.

¡Siempre, siempre, siempre! Ha estado en mí la voluntad,
de no esperar nada de los demás, y al mismo tiempo,
humildad al dar.

 

Canto V

 

 

Sí la muerte ha de llegar ¿Por qué no dignifico mi vida?
Mi propia vida es por si misma un don. ¡No voy a desperdiciar más
un hermoso amanecer! ¡No desperdiciaré tiempo! Pues,
no sé cuantos soles más veré.

El día, amigo y confidente mío, que te deje de cantar,
¡Sonríe! Ya que será por que estoy,
en donde siempre quise estar.


Y, hoy fue, el último día que le cantó al sol.

 

 

\"La voluntad fue más fuerte que cualquier obstáculo.\"


BL.
*Biblia, libro de Job.