Piel a piel,
como en luna de miel,
tu y yo,
nos juramos amor,
se cumplió el sueño,
por fin juntos dijimos,
éramos fuego y pasión,
devorándonos,
nos apretábamos,
nos mimábamos,
nos codiciábamos,
nos amábamos,
cuanta ternura,
cuanta fuerza,
fuiste mi luna,
mi estrella dorada,
de tu pelo,
hasta tus pies,
nunca olvidaré,
tu perfume mujer,
me encanto
hacerlo contigo,
sobre mi pecho,
quedaron tus suspiros,
ayer,
de ocasión,
pasé frente al hotel,
de antigua construcción,
una tenue luz,
asomaba la ventana,
vislumbré el cuarto aquel,
de blancas paredes,
imaginé la cama,
la mesita de luz,
el rústico ropero,
y las sábanas revueltas,
una brisa de nostalgias,
recorrió mis adentros,
sentí tus caricias,
sentí tus besos,
qué bien te recuerdo,
señora de mis respetos,
no habrá otra igual,
solo en el cielo,
y aquí estoy,
esperándote,
en el viejo café,
frente a la terminal.
Víctor Bustos Solavagione