ALAS DE TIERRA
Yo vine con mis brazos rebosantes de trigo,
Y con alas floridas, llevé mi sino a cuestas.
Los brezos escamosos, cardos de los caminos,
Me halaban muy fuerte a mi raíz de tierra.
Cuando la vida me hundía en oleada salvaje
Y mis piernas flaqueaban por falta de firmeza,
Las fragancias de espigas que portaban mis brazos
Disipaban con luces de trigal mis tinieblas.
Cuando a veces mordazas de silencio acallaban,
Impiadosas, mis labios, desde la yerta pena,
Era oración el llanto, puño apretado el grito
Que cerraba mis labios como lacre de arena.
Yo sabía que en las alas transportaba las flores...
Y en mis espigas rubias libaban las abejas...
Nunca pude olvidarme de mi destino de alas:
¡Destino del Poeta entre el Cielo y la Tierra!
Se empaparon mis ropas con lágrimas de Hombres
Y fueron sus harapos mis propias vestimentas:
Y pude de tal forma darle a Dios sus tributos
Y envestidura humana a mi humilde osamenta.
Mis manos amasaron los panes de mi mesa
y nunca desdeñaron a las migajas sueltas...
Por eso imperturbable paseo entre las cosas
Y en nada me conmueven halagos ni promesas.
Yo tuve entre los brazos manojos de jazmines
Y en las manos el fruto florido de la tierra...
Y cuando me someta a la lentitud del vuelo
Y en las alas me pese el polvo de la senda...
Alguna flor humilde aromará mi paso,
Y algún árbol, piadoso, prestará su madera...
Solo supe ser brazos y una inclinada frente,
Un puñado de versos, tenues como las velas.
No quise asomar nunca en retratos brillantes
Para ser solo alas que arropará la tierra.
Cristina Cammarano.