Dice que los recuerdos
se le escapan
-implacables-
no es la sed, el calor
o el enemigo;
es ese vacío de la memoria;
ese cuenco eterno de nada-
lo tortura.
Como no dar paso y honor-
al centenario soldado-
partiendo hacia su última batalla;
-una vez más-
glorioso.
Sigiloso, tras su causa perdida-
el Quijote chaqueño
se empecina en los vestigios
de sus sueños-
Recordar cuáles-
cómo-
quiénes-
a dónde se habrán ido-
Solía nombrarlos en la tarde-
como si acompañaran al sol
en su descanso-
Los acariciaba,
para apaciguar así
esos sueños de pesadillas-
qué fácil era contarlos
en lágrimas y risas-
Hoy-
ese murmullo de historias
se va callando de a poco-
como si no hubiese existido
ese alguien que fue
y que dijo-
Y se pensó anónimo
como un ser des-pensado de sí mismo-
extranjero en sus recuerdos-
en la fosa común de sus olvidos-
Ese golpe bajo del destino-
que enfrenta
atrincherado en la porfía
de sus sueños-
No comprende cómo la vida-
se transformó
en ese pedacito de memoria
que se escapa-