He llegado a Dios
no a través de la fe,
ni de la oración,
ni del miedo a la muerte.
Conozco la noche obscura del alma
y el lado más triste del cuerpo.
He llegado a Dios
no a través de la Biblia,
no a través del milagro
ni siquiera a través de Jesús.
Conozco a profetas errados
y a sanadores que matan.
He llegado a Dios
no a través del camino,
no a través de la verdad
ni siquiera a través de visiones.
Cuando llegué a Dios
tenías el pelo mojado,
aquella tarde lluviosa
y fue a través de tus labios
que ardían como zarzas
en medio de una calle sin nombre.