Para que no me falte la nostalgia: traigo siempre sombras
en mis bolsillos; y cunde de vez en cuando esa quietud
que estanca. Justo en esos momentos
un soplo de amor en la brisa, echa a andar
el mundo de nueva cuenta.
Para que no me ahogue la tristeza: un poco de luz
siempre en mis ojos he de llevar; y cunde de vez
en cuando ese impulso maldito y animal
trastocándome los sesos. Justo en ese
instante, un poco de miedo en el viento es
suficiente, replegado en mi silencio me
encuentro de nueva cuenta.
Para que no falte pan en mi mesa: fuerza bruta,
de la que saben hacer mis mano. Cunde siempre
y sin excepción, esta humilde vocación de
hacerme el sordo, agigantado en reflexiones
me encuentro de nueva cuenta.