Estaba cansada, había tenido un día de mucho trabajo, los niños la escuela, la comida, y al final del día, prepararme para un marido que me necesitaba fresca y deseosa como él acostumbraba. Ese día no me sentía con ganas de complacer los deseos de mi marido, tampoco para complacer los pedidos de mis hijos: Total ya había terminado las labores del hogar, todo estaba limpio y en su correspondiente lugar, los niños bien comidos y casi en la hora de irse a la cama: Conversé por un rato con mi marido, me serví un trago y vi televisión. Todos parecieron entender mi deseo de tener un momento de calma solo para mí, así que uno por uno me dieron las buenas noches y se fueron a sus respectivos dormitorios. Después de darme un baño, de ponerme una camisola que mi marido me había regalado y la que hacía tiempo no usaba, por ser para mi edad,(según pensaba) muy provocativa por lo transparente y corta, me propuse descansar escuchando música romántica de los 80, que es la que me gusta. Había quedado entre paréntesis sola, ni una mosca se sentía volar en casa, respiré profundo, oxigené mis pulmones con tranquilidad, y me recosté en el sofá del salón. El vaso de licor que tomé parece que hizo su efecto además del cansancio que sentía. Sin advertirlo me dormí en un ambiente cálido frente a la chimenea. Al poco rato de cerrar mis ojos, se dejaron caer los fantasmas de mi mente. (Tiempo atrás había escuchado decir al doctor con el que me atendía, que los sueños son impulsados por los deseos de nuestro subconsciente) nunca pensé que tenía tanta razón hasta aquella noche. Mi mente se comenzó a sumergir en un bello acontecimiento, volvía a ser una mujer libre y joven la que no le debía explicaciones a nadie, como tampoco obligaciones. Soñé con un personaje que me hacía sentir especial, amada en todo el contexto de la palabra, con un momento muy romántico, con un hombre que solo mis fantasías podían hacer real. Estábamos los dos en un momento muy intimo, donde él exploraba mi cuerpo, y yo desinhibida, me entregaba a los placeres que me brindaba. Mi cuerpo disfrutaba de un goce exquisito, del recorrido de unos húmedos labios, de unas manos que me exploraban de punta a punta, y yo, atrevida acariciaba su piel tostada, su masculinidad, y con unos besos de enardecida mujer que encendían más la pasión, mordía sus labios como queriendo llenar mi estómago con su roja carnosidad. Ahí estaba yo, disfrutando de sus manos, de la fricción de su cuerpo contra el mío, saboreando sus salvajes embestidas, gozando al sentir como entraba en mi cuerpo, como llenaba mi caverna con su carne ardiente y con la dilatación de sus venas. Mi inconsciente, consciente de que solo era un sueño, se negaba a abandonar ese fantasioso momento. De a poco su respiración fue cambiando, sus manos comenzaron a ser muy conocidas, su vos aunque distinta me infundía más confianza y tranquilidad. De pronto como si estuviese saliendo de un túnel muy oscuro, comencé a distinguir mejor su rostro. El sueño se terminó cuando me dijo que me amaba y que seguía siendo una espectacular amante. Se veía cambiado por los años, pero seguía siendo el hombre, el mismo hombre del que me enamoré y mi compañero desde hace más de 25 años, y eso para mí, fue,
LA REALIDAD MAS HERMOSA. No sé si fue el trago o el cansancio, pero de lo que estoy segura es que tengo a mi lado a un hombre capaz de hacerme feliz, y a un espectacular amante.
Mónica.
Ruth Mónica Muñoz R
Derechos de autor. Chile.