Un balbuceo inefable
me confiesa ante tu sombra;
una chispa que vence los márgenes
y torna inquebrantable
el vuelo de mis palomas…
Mis cielos de barro se hunden
en el paisaje imposible de tu silencio
y con tesón desliza por mis sueños
la sed del indulto,
que incrusta el impoluto
corazón del pensamiento…
Cicatriz pura
que resopla con ternura
el resplandor de mi costado
y desenfunda su agitación
en los balcones de tu mirada…
Sintoniza la frecuencia elevada
de mis dedos
y te veo cayendo en mi interior,
diluyéndote en mi lengua…
Expuesta en cuerpo y alma
al sonriente borbotón suicida,
coincido, arrebatada,
con la piel de tu poesía…