Si supieras cuanto anhelo poder sentir sabor, a madrugadas de ti, y en tus brazos despertar la piel a latidos con tu nombre; de tener sabor a amor del bueno... A café, a ese café de tus pupilas que tanto amo, a eternidad en un instante...
Sentir que soy hombre porque me hallas hecho milagro, que soy tiempo porque existes, y con él existe el albedrío que hizo mío tu ingrávido temor junto al desafío que nos quiso amantes ¡mucho antes de que el propio amor lo supiera!...
Pienso en ti, y sé que me piensas... Pienso en dejar que repose mi rostro cansado sobre tu pecho enamorado, y haga que mi cuerpo sienta tu paz; imagino una pausa por una causa que halle en él un lugar donde sentir la vida, un hogar de instantes, un sincero y sencillo espacio donde hacernos caminantes; donde tomar la fuerza y tratar el impulso para mostrar sin condición las manos llenas de amor y esperanza abiertas...
Y si así vamos, y así llegamos... ¡ay amor!... Habitaré feliz, pues eres mujer; cual ventana que nunca se cierra, cual tierra que abonada con mano calmada ve madurar la fruta del alma, y así mujer, transmites con el arrullo de tu boca que no hay poesía sin tus ojos ni tampoco más cadencia que la de tu piel respirando mis manos.
No nos dejemos morir... sin padecer ni ensangrentarnos, sin escuchar la música de nuestras voces diciéndonos... ¡te amo!, nos miremos sin palabras... pues no serán precisas, mirémonos sabiéndonos, besándonos la primera vez como si hiciese mucho tiempo de aquel primer beso que nos dimos sin conocernos...
Tras aquel gesto amor vendrá otro... Y luego... una sonrisa que abrirá definitivamente la puerta de nuestros cuerpos... Donde querer darte voz; que me des verso, donde quedemos escritos los dos, y sintamos en un instante el universo...
Así querer amarte será de mi cuenta, y que me hagas veraz en carne y hueso para ser noche y volvernos cuerdos; con ese amor de magia que nos vista de amantes y con aquel tu dulce sabor a hembra
ENTRE MIS DEDOS.