Sin miedo, sin pudor, sin ataduras
ante el azul del mar hoy me descalzo,
esos deseos de volar, locura,
que tú a mi me provocas y aquí ensalzo.
La paz, tranquilidad, esa mesura
que trasmites a mi alma y le relaja
-sube aún más cuando la marea baja-
y la envuelve en un halo de ternura.
Sentado, divisando el infinito,
me ha parecido ver a dios. Y un grito
se ha escapado de mi alma en lo más hondo.
Exactamente era Él. El cante jondo
de un sueño que volaba aún no prescrito
se me unió en la visión. Quede así escrito.
©donaciano bueno