En una dulce colmena
hecha de lo más linda
vivían dos abejas
junto a un par de avispitas.
Las abejas hacían vigilia
para cuidar sus avispas
que ya eran su familia
a pesar de ser distintas.
Había amor en la colmena,
alegría y familiaridad,
era una familia buena
alejada de la maldad.
Papá abeja se llamaba Oblis
y mamá abeja, Oblana
su colmena era hogar feliz
junto a las avispitas adoptadas.
El bosque era testigo
de tanto amor entre ellos:
Las abejas daban el abrigo,
que las avispas recibieron.
Hubo en la colmena miel
en verano y en invierno
y dentro de ella el querer
que a las avispas ofrecieron.
Hubo tristeza en la colmena,
Oblis desapareció con la brisa
dejando llanto, dolor y pena
a Oblana y a sus dos avispas.
Ellas tres unidas siguieron
viviendo solas desde entonces
y así más se unieron
volando juntas en el bosque.
Otro mal día en la colmena aconteció
cuando un enjambre de avispas
aprovechando la ocasión
quisieron llevarse a las chicas.
Entonces la abeja Oblana
mostrando amor maternal
defendió sus avispitas amadas
cerrando las puertas del panal.
Las avispas agresivas
querían entrar a la fuerza,
pero las tres muy unidas
defendieron su colmena.
Con el pasar del tiempo
después de una dura brega
las dos avispitas del cuento
se convirtieron en abejas.
Y ahora se ven entre flores
juntas por el bosque aquel,
la abeja y sus dos menores
buscando néctar para hacer la miel.
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Autor: Alejandro J. Díaz Valero
Maracaibo, Venezuela.