Donaciano Bueno

Las cosas por su nombre

Hoy citaré a las cosas por su nombre:

y pan, al pan llamaré y al vino vino,

pues me da igual, me importa a mí un comino

que alguien me lo reproche o que se asombre.

 

Versos he leído, lindos, muy floridos,

otros en cambio son zarrapastrosos,

algunos que nacieron malheridos

y muchos que en origen son tramposos.

 

Versos hay que rezuman fantasía

y otros más que a la vida la retratan,

poemas rebosantes de alegría,

paletas* que a la vida la alicatan.

 

Los hay de amor melindre y glamorosos,

cestos que han sido tejidos con buen mimbre,

o inconexos, sin sal, nada sabrosos,

y aquellos que resuenan con buen timbre.

 

Otros hablan del mar y las estrellas,

de aquello que rodea a nuestro mundo,

de la vida, de dios y cosas bellas,

la muerte, el padecer, lo más inmundo.

 

Poetas que presumen de poetas

o aquellos que se anuncian como humildes;

aves que uso al crear hacen de tretas,

que acentúan sus egos con las tildes.

 

Todos deseamos epatar, queremos

únicos ser, el original, el Verso,

que cause una explosión al universo,

entre tanto a la vida nos bebemos.

 

¿Cuáles son los mejores? Como el vino,

el que a usted más le guste, caballero;

aquí pido perdón por ser mezquino

que a los míos deberé elegir primero.

 

©donaciano bueno