Marc Tellez Gonzalez

El amor no acaba.

 

 

Quiero que sepas que jamás ha de haber motivo alguno para no ser de ti, querida mía.


Sufragan mis manos en tu linaje de mujer desierta, a pesar de ser profundo motivo de inspiración ante mi amor.


Oh, hada de dulces manos que a mi terruño vuelves, que dulce eres sobre el marfil de mi piano que sabe que has de partir, queriéndome deja tan sólo un beso.


Has de saber que los besos de despedida jamás me han gustado, prefiero los besos de tu deseo encarnado sobre la faz de mi cuerpo.


Anda olvido bésame, deja caer las manos de tu tristeza que hoy el amor parte al abismo del recuerdo.


Anda abandono; quítame el amor y vuélvete sexo de este momento; para así ser sólo dos animales que se devoran por un instinto y deseo.


Y así, no habrá culpa ni disculpa que remuerda nuestra conciencia; que del amor en el pasado ya habrá quedado.


Como quisiera que jamás terminara, pero hoy caduca la magia de tus besos, que en esos, tu recuerdo, persistirá dentro de mi mente, más allá dentro del corazón.


¡Adelante!


Esperaré a vivir nuevamente, que para ti ya existe un sitio que has de consagrar con las arras de alguien más, que yo tu amor, sé que no lo amas.


Porque hoy consagramos nuestro idilio, ya no como amores vivos, sino como los amantes ocasionales de un futuro amor que para ti estará prohibido.


Y sí me olvidas, por favor jamás hables de mi, has de cuenta que para ti jamás existí.

 


Marc Téllez González.