Corazón de luna tierna,
platinada desde un confín perfecto
como rizoma cruzando el sopor de la sequía,
endeble, blandida por el verano,
anegada en lágrimas, viento y hambre
con sangre pura de anemia.
Polvorosa sed persiguiendo la pupila,
manoseando en vilo
el crimen de mi cerca,
cavilando mi remordimiento.
Vicio para destronar la vida,
para decantar al excremento,
vestida con abulia y sombra,
por maldita, por metálica,
renunciando al ecosistema del barrote
en mi prisión abierta.
En el campo, deshierbando,
lamentos a media tarde en yucal.
Pedregal de azules zumbidos
y agonía en tronazón,
encandilando el ascenso al desmayo,
burlando con desespero
la paz de una languidez sin muerte.
De amor mi Juana, quedaste de matrimonio,
con la cerviz intranquila, engañada,
cargada la panza de otra vida.