Ahora que la aurora mece el beso
entre tus sienes
y parece que vienes como entonces
a los ocres de mi empeño,
ahora, queda un sueño que te espera
donde fuimos equipaje de un instante,
mucho antes que la voz quisiera
darte paso a mi frontera errante,
caminante,
entera,
ambulante,
pendenciera.
En las horas del vigor ausente
quisiera hacerte y que me hicieras,
volverme tierno entre las telas sin dueño de tu risa
y amar de nuevo, sin prisa, sin rumbo,
dejar mi mundo en tu sonrisa
y mi conciencia en tus dedos de impaciencia,
bordar de miedo la caricia y arroparte entre mis lunas
bajo los cielos durmientes de esta tarde
que nos hace de deseos en los valles incipientes de la carne.
Quiero darme a los ojos de tu entrega
y enredarme en la vega de tu espalda
porque nada anida en mis ramas de ceniza
si en los campos de mi vientre ya no hay lucha
ni frente,
ni batalla.
Quiero volver al vado de tu entraña
y en tu maraña sentirme necesario,
que hace tiempo que mi alma fue a buscarte
y ya no quiero quererte en solitario.
Autor: Miguel Alcantud Cayuela
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